¿Y si no tenés ganas? La discordancia en el deseo sexual - Intimia

¿Y si no tenés ganas? La discordancia en el deseo sexual

Hay momentos en los que todo parece estar bien: te llevás bárbaro con tu pareja, hay amor, hay ternura… pero cuando se trata de sexo, una parte tuya frena. No hay ganas, no hay iniciativa. O sí, pero no al mismo tiempo que la otra persona. Y ahí aparece una duda que incomoda más de lo que admitimos:
¿Está mal que no tenga ganas?

No.
No está mal. No sos rara. No estás rota.
Lo que puede estar pasando se llama discordancia en el deseo sexual, y es más común de lo que creés.

¿Qué es la discordancia en el deseo?

Es simple: no siempre dos personas tienen ganas al mismo tiempo, con la misma intensidad, ni por los mismos motivos.
Y no pasa solo en parejas, también puede pasar con vos misma. Un día querés todo y al siguiente, cero. Y eso también es normal.

Hay personas que tienen un deseo más espontáneo, tipo “me pinta y te salto encima”.
Y otras que necesitan más contexto, estímulo, seguridad emocional o simplemente estar en sintonía con su cuerpo para que aparezca el deseo. A eso se le llama deseo responsivo, y es igual de válido.

Esto, de hecho, está muy ligado a lo que se conoce como la brecha orgásmica: mientras que la mayoría de los hombres llega al orgasmo en casi todos sus encuentros, muchas mujeres necesitan otro tipo de estimulación para lograrlo. Podés leer más sobre eso en esta nota que armamos con mucho amor:


👉 La brecha orgásmica: qué es, por qué pasa y cómo cerrarla

¿Y si no es un tema de pareja?

Entonces puede ser tu ciclo, tu carga mental, tu estrés, tus hormonas, tu cansancio o simplemente que tu mente está ocupada en mil cosas menos en el placer. No sos un robot sexual. Sos una persona atravesada por emociones, contextos y etapas.

Hay momentos en los que el deseo desaparece sin dejar una nota.
Y no siempre hay que salir corriendo a buscarlo. A veces solo necesita espacio.

El impacto del estrés y el cansancio

El estrés y el cansancio son enemigos silenciosos del deseo sexual. Cuando estamos estresadas, nuestro cuerpo activa el sistema nervioso simpático, preparándonos para la “lucha o huida”, lo que inhibe funciones no esenciales como la excitación sexual. La psicóloga y sexóloga Cecilia Ce explica:

“Cuando experimentamos estrés durante un largo período de tiempo, en realidad podemos sentir que nuestro acelerador se ha atascado. Nuestro cuerpo está trabajando horas extras, todo el tiempo, y nunca permitimos que nuestros frenos se activen. Es por eso que tras largos períodos de estrés, es probable que presentemos dificultades para conectar con el deseo y la excitación, sintiendo que nuestro cuerpo ‘no responde’” .

Además, la rutina diaria, las responsabilidades laborales y familiares, y la falta de descanso adecuado pueden agotar nuestra energía, dejando poco espacio para el deseo sexual. Es fundamental reconocer estos factores y buscar formas de aliviar el estrés y priorizar el descanso para mejorar nuestra vida sexual.

¿Qué podés hacer si estás ahí?

Primero: respirá.
Segundo: hablá (con vos y, si tenés pareja, con la otra persona). No desde la culpa, sino desde la honestidad.

Y después, si querés, podés probar:

  • Explorar formas de intimidad sin presión de llegar al sexo. A veces, el deseo se activa cuando se siente cuidado.
  • Volver al cuerpo con un masaje, una ducha lenta, una fantasía que sea solo tuya.
  • Probar juguetes que te ayuden a reconectar con el deseo de forma lúdica, no exigente.

¿Y cuándo conviene consultar con una profesional?

✔️ Si el malestar se sostiene en el tiempo.
✔️ Si sentís culpa o angustia cada vez que evitás el sexo.
✔️ Si el tema genera tensión o distancia en la pareja.
✔️ Si querés explorar tu deseo pero no sabés por dónde empezar.

Una sexóloga o terapeuta sexual puede ayudarte a entender tu historia, tu cuerpo y tus tiempos, sin juicios ni recetas mágicas.

Lo más importante: no te fuerces.

No tener ganas también es una forma de sabiduría del cuerpo. Escuchate.
Y si sentís que algo te preocupa o se sostiene en el tiempo, podés hablarlo con una profesional.
Pero hacelo desde el cuidado, no desde el juicio.

Tu deseo no tiene que parecerse al de nadie más.
No tiene que ser rápido, ni constante, ni escandaloso.
Tiene que ser tuyo.

Y si no está hoy, no pasa nada. También está bien no tener ganas.
El placer no se mide por frecuencia, sino por autenticidad.

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