Las redes cambiaron todo. Desde cómo trabajamos hasta cómo nos relacionamos, deseamos y nos mostramos. Hoy hablar de placer y sexualidad en público ya no es tan tabú como antes. En TikTok, en Instagram o en podcasts, se habla sin vergüenza de orgasmos y succionadores. Y eso, más allá de que a algunos todavía les choque, es parte de una revolución silenciosa.
En Argentina, esa revolución se nota. Durante la pandemia, las ventas de juguetes sexuales crecieron más de un 100% y, lo más interesante, es que muchas de esas compras las hicieron mujeres. Mujeres que decidieron conocerse más, dejar la culpa de lado y animarse a buscar su propio placer. Pero también muchas parejas, que en medio de la rutina y el encierro, buscaron nuevas formas de conectar y divertirse.
Y claro, como todo cambio, esto también trajo debate. Hay quienes miran con desconfianza este boom del “placer con tecnología” y otros que lo celebran como un paso enorme hacia la libertad sexual. Te invito a explorar ambas miradas y que reflexiones y veas de qué lado estás vos.
La mirada CRÍTICA: cuando el placer rápido reemplaza el encuentro
Algunos psicólogos y sexólogos señalan que los juguetes sexuales pueden generar una especie de “fast food del orgasmo”: placer inmediato, sin conexión ni proceso. La sexóloga Adriana Royo, por ejemplo, dice que el problema no es el juguete, sino el uso automático que a veces se le da. Si solo buscamos esa descarga rápida, podemos perder algo del disfrute que hay en el recorrido, en el juego, en el encuentro con otra persona.
También se habla del riesgo de acostumbrar el cuerpo a un tipo de estímulo muy puntual. Como cuando el cerebro aprende que “solo así funciona” y después cuesta más relajarse o disfrutar con otros tipos de caricias. Y aunque esto no pasa siempre, vale tenerlo en cuenta: ningún juguete debería reemplazar el contacto humano, ni el deseo de compartir la intimidad con alguien real.
Dicho de otro modo, la crítica no es al vibrador en sí, sino a cuando se convierte en la única forma de estimularse.
La visión LIBERADORA: placer y autoconocimiento.
Del otro lado están quienes defienden que los juguetes sexuales no alejan, sino que acercan. No son enemigos del amor, sino aliados del bienestar.
La sexóloga argentina Julieta Gilabert dice que “los juguetes pasaron de ser un tabú a ser herramientas válidas para mejorar la vida sexual”. Y eso se nota. Ya no se compran escondidos en una bolsita negra: se eligen con curiosidad, con humor, con deseo.
El impacto positivo no es solo individual. Cuando una persona se conoce sexualmente, se vuelve más libre y segura también en sus vínculos. Porque entender qué te gusta y cómo querés vivir tu placer te da herramientas para comunicarte mejor, para pedir, para soltar el miedo y para disfrutar con más apertura y menos vergüenza.
Y eso también rompe con años de silencios. El simple hecho de animarte a comprar o probar un juguete puede ser liberador. Es una forma de decirte: “tengo derecho a sentir placer y a disfrutarlo sin culpa”. Lo que antes era impensado, hoy se vive con naturalidad. Las generaciones más jóvenes fueron pioneras en esta revolución silenciosa, pero también hay muchas personas adultas que están empezando a dejar atrás el “qué dirán” y a redescubrir su cuerpo con curiosidad.
Muchas mujeres descubrieron su primer orgasmo con un succionador o un vibrador. Otras aprendieron qué las estimula, cómo pedirlo y a no depender del otro para sentir placer. Ese autoconocimiento se traduce en más confianza, más libertad y menos culpa.
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Normalizar el autoplacer y los juguetes no solo libera, también hace bien. El placer sexual ayuda a reducir el estrés, mejora el estado de ánimo y refuerza el vínculo emocional. Como dice la sexóloga Julieta Gilabert, el placer compartido puede verse como “una herramienta de cuidado de la relación”. Y tiene sentido: cuando hay disfrute, hay conexión.
Durante la cuarentena, muchas personas descubrieron que la masturbación —sola o con juguetes— fue una gran aliada para atravesar la ansiedad y reconectar con el propio cuerpo. En pareja, también pueden aliviar presiones: no se trata de lograr el “orgasmo perfecto” al mismo tiempo, sino de relajarse y disfrutar sin exigencias.
Y los expertos lo repiten: los juguetes no reemplazan a nadie, suman. La doctora Luz Jaimes, sexóloga clínica, lo explica así: “con ellos no se persigue el orgasmo, se camina hacia él. Son una vinculación al placer, no una competencia”. Lo mismo señala la terapeuta Sophia Behrens: “los juguetes sexuales son una vinculación al placer, no una competencia”.
Cuando la pareja entiende esto, desaparece el miedo y aparece la curiosidad. Muchos terapeutas incluso recomiendan probarlos primero a solas, para conocer qué te gusta, y después llevarlos al encuentro compartido. Porque lejos de enfriar el momento, pueden encender nuevas chispas y abrir conversaciones que antes no se daban.
Y si hablamos de pareja, los juguetes pueden ser una excusa perfecta para hablar de sexo con más naturalidad. Decir “¿probamos esto juntos?” puede ser una manera divertida de volver a conectar. De salir del piloto automático y recuperar las ganas de explorar. Gilabert lo dice claro: “Las parejas se vuelven a mirar, a tocar, a jugar”.
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En lugar de verlos como una amenaza, los juguetes pueden ser una forma de reírse, de probar, de volver a sentirse deseados. Porque el placer compartido no tiene por qué ser serio ni perfecto.
Equilibrio, placer y conexión
Al final, no se trata de elegir entre un lado u otro. Los juguetes sexuales no son ni santos ni villanos: son herramientas. Lo importante es cómo los usamos.
Si los integrás desde el deseo, con comunicación y sin expectativas absurdas, pueden ser una forma hermosa de reconectar con vos misma o con tu pareja. Si se vuelven una rutina sin sentido o una competencia, ahí sí pueden perder su magia.
El punto está en el equilibrio: placer, juego y conexión. Porque un vibrador no reemplaza una mirada, un beso o una risa compartida, pero sí puede acompañarlos y hacerlos todavía más intensos.
Y si encima ayudan a conocerte mejor, a disfrutar sin culpa y a volver a sentir ganas, ¿por qué no darles una oportunidad?
¿Te dan ganas de probar? Elegí algo simple, empezá a entender qué te gusta y después llevalo al juego en pareja. Con ganas, con cuidado, con humor. Y si necesitas guía, estamos para ayudarte a elegir.
Algunas sugerencias…
Si querés empezar, un vibrador punto G es súper versátil y puede ayudarte a descubrir lo que más te gusta.
Para clítoris curioso, un succionador puede ser un antes y un después.
En pareja, un anillo vibrador suma sin complicar: vibra y estimula a los dos.