Puede pasar. Un día te das cuenta de que el deseo sexual bajó… o se fue. Y no volvió. Quizás ni te diste cuenta cuándo empezó. Solo sabés que algo cambió: tu cuerpo ya no reacciona igual, las ganas aparecen poco o nada, y hasta evitás el tema con tu pareja.
Y te lo decís bajito: ¿Qué me pasa? ¿Será la edad? ¿Estoy desconectada? ¿Ya no me calienta nada?
El deseo sexual no es una línea recta ni una obligación constante. Cambia, se transforma. Y aunque se haya apagado, hay formas reales de volver a encenderlo.
Muchas mujeres (y también hombres) pasan por etapas de baja libido en algún momento de sus vidas. De hecho, la falta de deseo es una de las consultas más frecuentes en sexología (alrededor del 30% de las consultas, principalmente de mujeres mayores de 45). Estudios indican que hasta el 37% de las mujeres experimentan deseo sexual inhibido (¡la disfunción sexual femenina más común!). Así que sí, es más común de lo que parece y, lo mejor de todo, se puede revertir.
Causas comunes de la baja libido femenina
Cada persona es un mundo, pero suelen haber factores recurrentes que apagan el deseo sexual. Identificarlos es el primer paso para solucionarlo. Aquí te resumo las causas más comunes de la baja libido femenina:
- Estrés, ansiedad y cansancio: El deseo sexual es alérgico al estrés. Cuando la mente está en mil preocupaciones (trabajo, finanzas, familia), es difícil que se encienda la chispa erótica. Más de la mitad de las mujeres reportan que el estrés, la ansiedad o la depresión les disminuye el interés sexual. El cuerpo en modo “supervivencia” produce más cortisol (la hormona del estrés) y menos hormonas sexuales, y además nos distrae de las señales eróticas. Si a esto sumamos fatiga crónica (ej. jornadas largas, falta de sueño), es normal que tu líbido se quede dormida.
- La rutina y la monotonía en la pareja: En relaciones largas, la costumbre sin novedad puede ser enemiga del deseo. Al principio todo es emoción y mariposas, pero con los años es común caer en “lo de siempre”. La sexóloga Silvina Valente explica que con la convivencia a menudo se deja de lado la fase de conquista: ya no nos “preparamos” para el encuentro (arreglarse, salir a una cita, coquetear) y la intimidad se vuelve un hábito más. Cuando la pasión se vuelve rutina, es fácil que las ganas disminuyan. (¡Ojo! La solución no es solo comprar ropa interior roja o hacer el Kamasutra entero; quizá volver a las bases de la seducción funciona mejor 😉).
- Desbalances hormonales y etapas de la vida: Nuestras hormonas sexuales (estrógeno, testosterona, etc.) influyen mucho en el deseo. Por eso en ciertas etapas podemos notar bajones. Por ejemplo, durante la menopausia bajan los estrógenos y muchas mujeres sienten menos interés sexual, a veces sumado a sequedad vaginal o incomodidad física. Postparto y lactancia: tras tener un bebé, las hormonas andan en montaña rusa (prolactina alta, estrógeno bajo), hay cansancio extremo y cambios en el cuerpo, lo cual suele disminuir las ganas de sexo. ¡Y es totalmente normal! El cuerpo está enfocándose en recuperarse y cuidar al bebé, así que el deseo a veces se pone en pausa un tiempo. Incluso factores médicos o medicamentos (por ejemplo, algunos antidepresivos) pueden afectar la libido. La buena noticia es que estos efectos hormonales no son permanentes; pasado el ajuste, tu deseo puede resurgir.
- Falta de conexión emocional con la pareja: El deseo femenino suele ser tan mental como físico. Si en la relación de pareja hay distancia emocional, conflictos no resueltos o poca comunicación, es probable que la libido se vea afectada. Piensa en esto: es difícil “tener ganas” si estás enojada porque tu pareja no ayuda en casa, o si hay tensiones acumuladas. Las especialistas de ConSexuar subrayan que la comunicación es clave: hablar abiertamente de qué nos pasa, qué necesitamos y qué nos molesta, para evitar resentirnos en silencio. De lo contrario, esas emociones negativas actúan como un cubo de hielo para el erotismo. La intimidad emocional (sentirte escuchada, querida, conectada) es terreno fértil para que el deseo crezca; sin esa cercanía, es como tratar de encender fuego en madera mojada. 🔥🚿
- Imagen corporal y autoestima: Sentirse poco a gusto con tu propio cuerpo puede minar seriamente el deseo. Si una está pendiente de “ay, qué panza”, “no me veo sexy”, es difícil soltarse en la cama. Cecilia Ce (psicóloga y sexóloga) explica que una autoestima baja o una imagen corporal negativa se relaciona con la falta de deseo y dificultades para excitarse y llegar al orgasmo. Los pensamientos críticos (“qué gordos se me ven las piernas”, “seguro ya no le gusto”) generan vergüenza o ansiedad que inhiben la respuesta sexual. En vez de disfrutar la sensación, tu mente está ocupada con el “qué dirá” o “cómo me veo”, y así no hay libido que aguante. La presión por encajar en cierto cuerpo “ideal” (alimentada por redes sociales, porno, etc.) nos pasa factura en la cama.
Otras causas podrían ser problemas de salud crónicos, dolor en las relaciones (lo que obviamente lleva a evitar el sexo), consumo excesivo de alcohol u otras sustancias, antecedentes de trauma sexual, entre otros. Pero los cinco factores arriba mencionados cubren la gran mayoría de los casos de deseo bajo en mujeres de 35-55 años.
Ahora bien, ¿qué hacemos al respecto? Lo primero, quitarse la culpa y entender que no sos la única ni la última que pasa por esto.
Cómo recuperar el deseo sexual: herramientas y consejos para volver a tener ganas de sexo
Llegamos a lo importante: cómo encender esa chispa que parece apagada. No existe una pastillita mágica (aunque hay medicamentos para casos específicos, lo principal suele ser abordar lo que causó la baja libido). Te propongo un combo de estrategias que han dado resultado a otras mujeres. Tomalas como un kit de herramientas: podés usar todas o elegir las que mejor se adapten a vos.
1. Redescubrí tu propio placer
Cuando llevamos tiempo con deseo bajito, a veces nos desconectamos de nuestro cuerpo. Por eso, un paso fundamental es reconciliarte con vos misma y explorar qué te despierta placer hoy (que puede no ser lo mismo de hace 10 años). Algunas ideas:
- Date permiso para sentir: Suena obvio, pero muchas mujeres con baja libido se ponen presión tipo “debería tener ganas”, lo cual genera aún más bloqueo. En vez de exigirte deseo, enfocate en estimular tus sentidos sin expectativas. Por ejemplo, hacete un baño relajante con espuma, aceite aromático, música suave… simplemente disfrutá las sensaciones en tu piel. El objetivo es salir del modo estrés y entrar en contacto con tu cuerpo de forma placentera (sin pensar “tengo que tener sexo luego”).
- Explorá a solas (masturbación consciente): La masturbación no es “competencia” de tu pareja; al contrario, es una forma de autoconocimiento sexual súper valiosa. Si hace mucho que no te tomás un tiempo a solas, ¡probalo! Conocete sin tabúes: qué te gusta, dónde y cómo. Hay recursos geniales hoy en día, por ejemplo la plataforma OMGYes (que hasta Emma Watson ha recomendado públicamente) donde mujeres de todas las edades comparten técnicas para maximizar el placer femenino. Con tus manos basta para experimentar. En OMGYes investigaron a miles de mujeres y recopilaron técnicas de estimulación externa que aumentan la intensidad del orgasmo. Algunas descubrieron que les funciona un movimiento consistente y rítmico; otras, “sorpresas” en el ritmo; otras combinaciones de caricias alrededor del clítoris en lugar de directo. ¿Por qué no probar cosas nuevas? Tu cuerpo puede responder a estímulos distintos si se los das. Además, masturbarte o leer/ver contenido erótico que te guste puede despertar ese deseo dormido poco a poco, porque te recuerdas lo que se siente excitarse. Pensá que el deseo es como un músculo: si lo entrenás suavemente, irá ganando fuerza de nuevo. ¡A ejercitar ese “musculito” del placer! 💪🔥
- Ejercicios de conexión corporal: Si la imagen corporal te está frenando, trabajá en reconciliarte con tu cuerpo. Sexólogas reconocidas aconsejan ejercicios sencillos de conciencia corporal: por ejemplo, hacer un escaneo corporal (recorrer mentalmente cada parte de tu cuerpo aceptándola) o aplicarte crema lentamente por todo el cuerpo tras la ducha. Esto te ayuda a habitar tu cuerpo con amor, en vez de criticarlo. Practicá mirarte al espejo y enfocarte en lo que sí te gusta (tus curvas, tus pecas, lo que sea) en lugar de lo que cambiarías. Mejor autoestima = menos inseguridad en la cama = más apertura al deseo.
2. Hablá con tu pareja: equipo en la cama y fuera de ella
Tu pareja no puede adivinar por lo que estás pasando si no se lo contás. Y vos tampoco sabes qué siente él/ella al respecto a menos que lo hablen. La comunicación es vital para navegar juntos la baja libido sin dramas. ¿Qué implica esto?
- Hablá sinceramente, sin culpas: Buscá un momento tranquilo (fuera de la cama preferiblemente) y explicale cómo te sentís. Por ejemplo: “Últimamente no tengo tantas ganas de tener sexo y no es por falta de amor. Creo que influyen X motivo (estrés, hormonas, etc.). Quiero que lo trabajemos juntos porque nuestra intimidad me importa”. Reconocer el elefante en la habitación alivia tensiones: tu pareja sabrá que no es rechazo personal y podrá apoyarte.
- Contale qué te ayudaría: Tal vez necesites más preliminares, o más muestras de afecto durante el día para entrar en sintonía, o incluso ayuda en las tareas diarias para no irte a la cama agotada. Decilo con cariño pero clarito. Ejemplo: “Me encantaría que tengamos una salida sin hijos esta semana, para relajarme y ver si surge algo 😉” o “¿Me hacés un masaje esta noche y vemos qué pasa? Creo que necesito más conexión física sin presión”. Cuando pedís lo que necesitás, das la oportunidad de que tu pareja se involucre en la solución.
- Escuchá a tu pareja también: Quizá él o ella tiene sus propias frustraciones o miedos (por ejemplo, pensar que ya no te atrae, o que te está ahogando). Validá sus sentimientos y aclaren cualquier malentendido. Acordate: son un equipo, no enemigos en esto. Juntos pueden idear maneras de reencontrarse eróticamente.
- No eviten buscar ayuda profesional si hace falta: A veces una breve terapia de pareja o sexual puede ser oro en polvo. Un sexólogo/a puede darles ejercicios (por ejemplo, focalización sensorial, que son dinámicas de caricias graduales sin sexo con penetración, para quitar ansiedad de desempeño) y mediar conversaciones difíciles. No esperen años si el tema les está doliendo; pedir ayuda es un acto de amor propio y de pareja.
Como dice la Dra. Valente, “en una pareja no hay que perder la capacidad de hablar”. Hablen de lo que les pasa, de sus fantasías, de qué extrañan. A veces, simplemente poner sobre la mesa el tema quita un peso enorme y ya comienza a mejorar la intimidad.
3. Rompé la rutina: pequeñas chispas de novedad
Si el problema fue la monotonía, la solución es sacudir un poco la coctelera de la relación. No tiene que ser algo loco tipo escapada a un hotel swinger (aunque si quieren, ¡adelante!); a veces son las pequeñas cosas las que reavivan el fuego:
- Recuperen las “citas” y el coqueteo: ¿Te acordás cuando se arreglaban para verse, o se mandaban mensajitos subidos de tono? ¿Por qué no volver a eso? Propongan una noche de cita semanal o quincenal: salgan a cenar, al cine, o preparen algo en casa pero vístanse lindos, como si recién se conocieran. Durante el día, mandale un mensaje diciendo que estás pensando en él/ella de forma sexy. Estos detalles sacan a la pareja del modo “logística” (pagos, hijos, trabajo) y la ponen en modo pareja amante. La sexóloga Rosina Maniago aconseja precisamente “volver a esa etapa de preparación” previa al encuentr, porque muchas veces el deseo necesita ese juego previo fuera de la cama para encenderse. Es como calentar motores: una mirada cómplice, un beso profundo en la cocina, bailar juntos una canción romántica… todo suma puntos para que luego las ganas surjan casi solitas.
- Innoven en la intimidad (sin presiones): La idea no es volverse acróbatas sexuales de la noche a la mañana, pero probar cosas nuevas puede sacar la vida sexual del estancamiento. Pueden explorar escenarios distintos: tener intimidad en otro horario (¿mañanero, tal vez?), en otro lugar de la casa (¡hola, ducha!, o en el sillón con velas), o cambiar el guion típico (siempre penetración) por otras prácticas: masajes eróticos, sexo oral más largo, uso de lubricantes con aroma/sabor, etc. También pueden jugar con fantasías contándoselas uno al otro. También pueden sumar un juguete sexual, y como la palabra lo indica, jugar! La clave es divertirse experimentando, sin expectativas rígidas de “esto tiene que terminar en orgasmo para ambos”. A veces, quitar la meta y simplemente jugar alarga el deseo y quita ansiedad.
- Tiempo sin sexo… paradójicamente para mejorar el sexo: Suena raro, pero algunos expertos sugieren tomarse un periodo de “sexo prohibido” de mutuo acuerdo –días o semanas donde se besen, se abracen, se hagan mimos, pero sin llegar a la penetración– para reavivar el deseo. Esto funciona porque elimina la presión de “tener que cumplir” y a la vez crea una especie de tensión erótica acumulativa. Es como decir “no podemos comer el postre todavía”, lo que hace que ambos lo quieran más. Después de ese tiempito de “ayuno”, suelen retomarse los encuentros con más ganas. Eso sí, esta técnica requiere mucha comunicación y estar ambos de acuerdo.
En resumen: introducir novedad rompe el piloto automático. El deseo necesita un poquito de sorpresa de vez en cuando. Atención, no hace falta hacerlo todo junto ni forzado; probá una cosa distinta cada tanto y fijate qué tal.
4. Practicá el autocuidado: mente y cuerpo en sintonía
Por último, pero importantísimo: cuidá de vos misma. Un cuerpo y mente saludables son el cimiento para que florezca la libido. Acá van unos consejos prácticos de autocuidado pro-deseo:
- Chequea tu salud física: ¿Hace cuánto no te haces un chequeo ginecológico? Algunas veces, problemas hormonales (tiroides baja, por ejemplo) o deficiencias (vitaminas, anemia) pueden contribuir al cansancio y la apatía sexual. Una visita al médico para descartar causas orgánicas no está de más. Si estás en menopausia y los síntomas (sequedad, dolor) te afectan mucho, tu ginecólogo podría recomendarte tratamientos (lubricantes, estrógenos locales, etc.) para mejorar la comodidad en las relaciones. Cuidar tu salud es cuidar tu deseo.
- Dormí bien: La falta de sueño es enemiga del líbido. Un estudio reciente vinculó la mala calidad del dormir con mayor riesgo de disfunción sexual femenina (¡así de importante es!). Intentá establecer rutinas para dormir suficiente horas. Si tenés insomnio, busca mejorar tu higiene del sueño (cero pantallas antes de acostarte, infusiones relajantes, etc.). Vas a ver que con más energía descansada, también vuelven las ganas de todo… incluido el sexo.
- Ejercicio y movimiento: Hacer actividad física regularmente mejora el estado de ánimo, la circulación y hasta la autoestima. Todo eso favorece el deseo. No hace falta matarse en el gym si no es lo tuyo; incluso salir a caminar, bailar en casa o practicar yoga puede liberar tensiones y reconectarte con tu cuerpo. Además, el ejercicio libera endorfinas y otras hormonas que aumentan el bienestar (y estimulan la libido de paso). ¡Una mente menos estresada y un cuerpo activo suelen tener más disposición al placer!
- Relajación y manejo del estrés: Considerá incorporar alguna práctica de relajación: meditación, respiraciones profundas, mindfulness o lo que te funcione (hay quien prefiere pintar mandalas o darse una ducha larga consciente). Bajar el nivel de estrés diario es clave para que tu “chip” sexual se reactive.
- Tiempo para vos, más allá de los roles: Muchas mujeres de 35-55 están atrapadas en mil roles (madre, profesional, hija cuidando padres mayores, etc.) y prácticamente no tienen espacio propio. Esto mata el eros porque, como explica Esther Perel, el deseo necesita espacio para uno mismo. Intentá agendar al menos un par de horas a la semana que sean solo tuyas, para hacer algo que te guste a vos: desde leer tranquila, salir con amigas, tomar un cafecito o simplemente no hacer nada. Recuperar tu identidad individual fuera de “mamá” o “esposa” te hace sentir más plena, y una mujer más plena suele ser una mujer con más ganas de disfrutar sexualmente también.
- No dudes en buscar ayuda profesional: Si después de intentar todo sientes que tu deseo sigue por el piso y eso te angustia, considerá acudir a un sexólogo/a clínico. Un profesional puede ayudarte a identificar bloqueos específicos y trabajar técnicas terapéuticas. A veces incluso terapia individual psicológica ayuda si hay depresión, ansiedad u otros factores de fondo. Y no pasa nada; así como vamos al traumatólogo si nos duele la rodilla, ir al sexólogo cuando duele la vida sexual es totalmente válido. También puede haber opciones médicas si corresponde (por ejemplo, ajustar medicamentos que afecten la libido, o en casos puntuales recetar fármacos pro-deseo). En resumen, ¡usá todas las herramientas disponibles a tu favor!
¿Lista para disfrutar? 💜
Si llegaste hasta acá, seguro ya te diste cuenta: recuperar el deseo sexual es un proceso, pero vale la pena. No te desanimes si no ves cambios de la noche a la mañana. Andá probando estas recomendaciones a tu ritmo. Celebrá cada pequeño avance (por ejemplo, volver a sentir cosquillitas de excitación aunque no llegues al sexo, eso ya es un buen signo!). Y, sobre todo, sé amable con vos misma. No sos un robot con botón de encendido; sos un ser humano complejo y maravilloso, cuya sexualidad evoluciona con la vida.
Recordá que el deseo sexual permanece toda la vida, solo que adopta distintas formas. Como dijeron las especialistas de ConSexuar, “el deseo nos acompaña hasta el final de la vida… no tener ganas en un momento dado no siempre es disfuncional, a veces es situacional, son momentos de la vida”. En otras palabras: esto también pasará. No importa si tu libido estuvo en modo avión por un tiempo; con paciencia y cuidado, puede volver a despegar. ✈️✨
Cada pequeña acción –hablar con tu pareja, reservar tiempo para vos, consultar una experta– es un paso hacia adelante. No estás sola en este camino: hay profesionales, educadoras (como Cecilia Ce, Emily Nagoski, Esther Perel, el equipo de ConSexuar) dedicados a ayudar a mujeres a reencontrar su fuego interno. Toma las riendas de tu bienestar sexual sin culpa. Como dice Cecilia Ce, si identificas que “no tienes ganas porque estás estresada, extenuada por el trabajo o la maternidad, entonces primero cuidemos tu salud… y después aparecerá el deseo”.
Animate, que las ganas de tener sexo se pueden reavivar. Sos una mujer completa, con o sin deseo a tope, y mereces una vida sexual placentera y satisfactoria en tus propios términos. 💁♀️🔥 ¡A reencontrarse con ese deseo, que seguro está ahí dormidito esperando que lo invites de nuevo a jugar!
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